¡ Nos vamos a Nepal, al valle del Khumbu, camino del
Campo Base del Everest!
Este viaje se fraguó de forma extraña, en el fondo.
Después de hablarlo Julia y yo varias veces, quedaba ahí flotando en un
horizonte que, al menos en mi caso, se iba estrechando. Pero poco después de
volver de Argentina, tras una copiosa comida en casa, bien regada, nos
decidimos así, sobre la marcha, calculamos tres semanas, y compramos los
vuelos; ya después sería cuestión de ir cerrando el plan entre la ida y la
vuelta.
Bueno, no es mala forma de empezar un viaje de este tipo, en el que
todo debe quedar un tanto a lo que vaya saliendo, como decía Javier Reverte: en
viajes de este tipo hay que planificar todo, llevar buen conocimiento del
territorio, y elementos técnicos; pero llega un momento en
que surge un camino a la izquierda........hay que estar atentos a tomarlo,
porque ahí puede estar el viaje.
Con este planteamiento lo planificamos:
hemos pintado nuestros mapas, hemos trazado perfiles y caminos, y hemos buscado
información útil, pero también hemos dejado bastante margen a lo que vaya
pasando, bastante días vacíos al final, para lo que pueda surgir. Y, por una
vez, vamos a hacer travesía sin tener que reservar alojamiento, a dormir donde
caiga. Porque en la alta montaña española esto ya no es posible.
Aprendimos que los caminos de Solo Khumbu nunca suben o bajan de forma continua; los caminos, hasta que se alcanza el valle glaciar, está muy empedrado y totalmente escalonado. Subir se hace ganando metros, para perderlos, todos o casi todos, y tenerlos que remontar de nuevo. Así, desniveles diarios de 400 o 500 metros se convertían en 1.000 o más.
Pero ha sido una aventura maravillosa, difícil de contar, de la que dejamos enlaces diarios más abajo.
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