miércoles, 17 de diciembre de 2014

Veleta invernal (en época y en condiciones)

Esta es la historia de lo que pretendió ser una nueva edición de la travesía invernal en Sierra Nevada y que, debido a la gran nevada que tuvo lugar pocos días antes, quedó en una difícil ascensión al Veleta. Si, aunque parezca mentira.


El día 5 de diciembre pasado, a las cuatro y media de la madrugada y sin dormir, salimos hacia el Veleta desde los Albergues, como en ocasiones anteriores. Pronto íbamos a descubrir que las condiciones no eran, ni de cerca, como en ocasiones anteriores.


Al frío intensísimo (calculamos una sensación térmica, en esa madrugada, de 16-18 bajo cero), se unió, tras las primeras curvas, la certeza de que íbamos a tener que estrenar huella en la ascensión, y que cuando la nieve espesara la apertura de huella se iba a convertir en cosa seria.

Fotografía de Dani Lupi


Así estuvimos discurriendo el resto de la madrugada, a lo que se añadió la congelación de todo el líquido, cosa que a mi, personalmente, no me había ocurrido nunca. Es fácil imaginar la complicación que supuso no beber hasta que llegamos a la Carigüela y pudimos empezar a fundir nieve......



Pincha el enlace para ver la descripción completa.




Siguiendo con el relato, el amanecer nos pilló llegando a las Posiciones, lugar mágico para este momento del día. Ahí ya la nieve espesaba mucho y presentaba bastante profundidad y, por supuesto, ausencia absoluta de huella. Por eso, decidimos evitar la directa habitual al pico, prosiguiendo algo en diagonal.



Pero cuando ya nos quedaría poco más de media hora, las extremidades de algunos miembros del grupo empezaron a reflejar el intenso frío y la falta absoluta de hidratación en casi seis horas. Decidimos, pues, abortar la cumbre, bajar a producir líquido cuanto antes, y comer en condiciones. Bajamos a Carigüela sobre las 11.30 horas.



Y así encontramos el refugio libre.

Fotografía de Dani Lupi

Lo primero que allí pudimos observar era que proseguir el camino hasta Villavientos y el Mulhacen, como en ocasiones anteriores, habría que descartarlo: profundidades de nieve recién caída de más de un metro, sin huella alguna, y sin raquetas. Imposible. 



Así que al refugio, al que hubo que abrir acceso, y a recuperar.

Fotografía de Dani Lupi






Toda la tarde discurrió fundiendo nieve, bebiendo todo lo que pudimos, comiendo, y sacando del refugio la nieve que había entrado gracias a que algún desaprensivo dejó la puerta abierta. Esto nos mantuvo activos frente al tremendo frío que se iba instalando  al ir cayendo el sol. De hecho, decidimos comer a las cinco, y meternos en los sacos a las seis, aún a riesgo de estar, luego, despiertos media noche.

Pero no fue así; la bajada de biorritmos que nos metió el frío hizo que, aunque nos despertáramos varias veces en la noche, llegáramos en la somnolencia hasta las ocho de la mañana del día siguiente, sábado 6. Todo un record.



Tras volver a fundir nieve, beber y comer abundantemente, decidimos tirar al Veleta, ahora con algo menos de frío, probablemente por la mejor hidratación y la abundante comida.

El camino al Veleta




El equipo, antes de empezar la ascensión




Fotografía de Dani Lupi

La nieve era abundante, y seguía estando blanda y profunda, pero echamos escasamente una hora en llegar a la cima.

Frío, ¿verdad?. Fotos y para abajo corriendo
Por vez primera llegábamos al Veleta abriendo huella. Esto no es frecuente.

No tardamos mucho en salir de allí, al contrario de ocasiones anteriores. La verdad es que en ese momento el viento había bajado bastante de intensidad, pero aún así el frío era insoportable.

Observando a los esquiadores, allá abajo; fotografía de Dani Lupi

Fotografía de Javier Leal






















A tramos la nieve era realmente profunda.





Y así fuimos dando por concluida esta corta, aunque realmente intensa, actividad invernal, que en esta ocasión tuvo de eso más que al nombre.











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