Día no tan largo como incómodo, ya que tras la maravilla de colocarse en medio del inmenso tajo geológico que supone la Brecha, toca bajar por la desagradable pista los 1.400 metros de desnivel negativo del día.
No cabe decir mucho más; la Brecha siempre es gratificante, a pesar de ser la vez que más pobre en nieve la he visto, de las varias que he estado por allí. Es un espectáculo, en sí misma.
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